Para la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia transcurre desde los 10 años hasta los 19 años, dividiendo en temprana (10-14 años) y tardía (15-19 años). En El Salvador, según la Ley de Protección Integral de La Niñez y Adolescencia (LEPINA), es niño o niña hasta los 12 años cumplidos y la adolescencia es de los 12 años hasta cumplir los 18 años. Toda persona menor de 12 años se considera niño o niña.
El Salvador presenta una de las más altas tasas de embarazo en adolescentes en la región, lo que repercute en otras áreas como la salud, la educación, la transmisión intergeneracional de la pobreza o la realización del proyecto de vida de las mujeres jóvenes y de sus familias. Las altas tasas de embarazo en adolescentes, se asocia con efectos personales, familiares y sociales que interfieren con el desarrollo pleno de las personas, pues limita sus oportunidades e interfiere con su proyecto de vida.[1]
A continuación, se presentan las cifras de niñas y adolescentes que desertaron del sistema educativo en 2017 y 2018, debido a embarazo, como causa de retiro.
Los datos recopilados en 2018, muestras una tendencia a la baja, excepto en Chalatenango, La Paz y La Unión, sino aumentó de 2017 a 2018. Es importante considerar que estos números representan la cantidad de estudiantes que suspendieron estudios por embarazos, es posible que el número de estudiantes embarazadas sea más alto, pero se mantuvieron en el sistema educativo.
En 2018, los departamentos que mayor cifra de embarazos presentó ese año fue San Salvador con 146, seguido de La Libertad con 58 y La Paz con 53 embarazos, un factor determinante es que son departamentos con mayor número de población.
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A continuación, se presentan los municipios que, en ambos años, registran el mayor número de estudiantes que suspendieron sus estudios a causa de embarazos.
A continuación, se recopila el porcentaje anual en el período 2014-2018, lo cual evidencia que es en 2018, el porcentaje fue más alto en el sector público, mostrando un incremento en la zona urbana, con relación a la rural.
Por nivel educativo, tanto en 2018 como 2017, el 44% correspondió a estudiantes de tercer ciclo y el resto está distribuido desde parvularia, hasta bachillerato regular, así como otras modalidades flexibles como educación acelerada, bachillerato nocturno y nivel básico de adultos.
Según el MINED, la modalidad de educación acelerada comprende estudiantes de segundo a sexto grado y busca incorporar a estudiantes al sistema educativo que se encuentra en situación de sobre edad, deserción, trabajo infantil o vulnerabilidad ante los efectos de los fenómenos sociales, económicos y ambientales que impiden o limitan el acceso y la permanencia a la educación básica. De igual manera en parvularia, existen en ocasiones hasta tres años de sobre edad, eso explicaría embarazos en este nivel educativo, si no se trata de un error de registro del MINED.
Al comparar ambos años, se percibe una disminución importarte del embarazo como causa de retiro, esto puede estar relacionado con el descenso del número de embarazos en las niñas y adolescentes a nivel nacional, pero además con las reformas educativas para evitar la discriminación y el estigma de las estudiantes con embarazo, para que estas no interrumpan su formación educativa.
Pese a ello, los números no son alentadores tomando en cuenta que las consecuencias de no estudiar se arrastran por décadas, como afirma un estudio del BID. “Cada año de escolarización supone, en promedio, un aumento entre el 8 y el 10 por ciento de los ingresos de una persona; y aumenta sus posibilidades de adquirir un trabajo más calificado, con mayores salarios y beneficios al grupo familiar; mientras más tiempo, las niñas y adolescentes se queden en la escuela, existen menos probabilidad de que queden embarazadas. En El Salvador, el 22 por ciento de las niñas entre 15 y 19 años que dejaron la escuela se convirtieron en madres[2].
Las niñas que asisten a la escuela tienen menos probabilidad de casarse a una edad temprana, por tal razón, los esfuerzos deben estar dirigidos a aumentar las oportunidades educativas formales y no formales de las niñas tanto a nivel primario como secundario[3]. Por esta razón, en 2017, el gobierno salvadoreño presentó la Estrategia Nacional Intersectorial de Prevención del Embarazo en Niñas y en Adolescentes 2017-2027[4], reconociendo que esta situación requiere el trabajo articulado de las instituciones e intervenciones que logren incidir en la garantía de los derechos de las niñas y las adolescentes para mejorar sus condiciones de vida, así como en la transformación de los patrones socioculturales en la sociedad salvadoreña; precisa, además, el abordaje integral en el que participen de manera activa las familias y otros actores vinculados a los entornos inmediatos de niñas y adolescentes.
Esas estrategias deben incluir la educación sexual integral, ya que se ha demostrado que estos programas retrasan el inicio de la actividad sexual entre las y los adolescentes y mejoran el uso de métodos anticonceptivos entre personas sexualmente activas, lo que reduce la prevalencia del embarazo en adolescentes (UNFPA, 2015)[5].
- Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia. La situación del embarazo en adolescentes en El Salvador, ISNA, 2019. https://www.transparencia.gob.sv/institutions/isna/documents/317311/download ↑
- https://www.iadb.org/es/mejorandovidas/abandono-escolar-el-reto-pendiente-de-mesoamerica ↑
- https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/78253/WHO_FWC_MCA_12_02_spa.pdf;jsessionid=85666968A3047A8DBC8B5A6D6FB26E22?sequence=1 ↑
- http://asp.salud.gob.sv/regulacion/pdf/estrategias/estrategia_prevencion_embarazos_adolescentes_2017_2027_v1.pdf ↑
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idem ↑